Llegado a cierto punto de nuestra vida,
evaluamos su contenido?
Somos capaces de reconocernos como responsables?
O delegamos esas responsabilidades al fortuito hecho que nos condujo a hacerlos?

Y si reconocemos habernos equivocado. En qué, cuándo, dónde, cómo,...
tendríamos la vehemencia de corregir la equivocación?

El consentido orgullo de haber sido responsable por algo nos hace incapaces de corregir nuestros errores.
Es una pena. Pues pues como todos sabemos un error es doblemente cometido cuando no es corregido si es posible.

A. Jose Maria Pintos.