Y ellos vienen a mí,
sonriendo como las flores;
pero su color
crea el sendero hacia el arcano mayor,
donde el aro de fuego
es oro para la piel envejecida por la sed.
Ellos,
que cada tanto unidos se vuelven uno
y consagran la voz para manifestarse
como el mayor.
De nada sirve dejar de creer
cuando la noche ya es parte de nosotros,
y el libro se convierte
en fiel reflejo de nuestra edad.
La duda dio inicio al temor,
éste al dolor,
y el dolor volvió al miedo
suicidando su fe
en una imagen de yeso
convertida en calavera de cristal.

A. Jose Maria Pintos.