Creo en la mañanas sin viento,
en las tempranas sombras
que aclaran la noche.
Creo en la sonrisa sin prisa,
en la mano que abriga ayuda,
en la calma que enamora
y entona el sueño;
en la áspera jornada
que antecede al merecido descanso.
Creo en los niños descalzos,
de sonrisas limpias,
de caritas sucias,
de ojos que esperan.
Creo en la verdad que no existe.
En la verdad que yo espero.
En la verdad que yo sueño.
Creo en tu joven ancianidad,
poblada de recuerdos,
sembradas de esperanzas.
Creo en un Dios que no conozco.
Creo en la imagen
que no me devuelve el espejo.
Creo en mi vida porque es vida.
Más si tú al contemplarla
me confirmas que es vida.
en las tempranas sombras
que aclaran la noche.
Creo en la sonrisa sin prisa,
en la mano que abriga ayuda,
en la calma que enamora
y entona el sueño;
en la áspera jornada
que antecede al merecido descanso.
Creo en los niños descalzos,
de sonrisas limpias,
de caritas sucias,
de ojos que esperan.
Creo en la verdad que no existe.
En la verdad que yo espero.
En la verdad que yo sueño.
Creo en tu joven ancianidad,
poblada de recuerdos,
sembradas de esperanzas.
Creo en un Dios que no conozco.
Creo en la imagen
que no me devuelve el espejo.
Creo en mi vida porque es vida.
Más si tú al contemplarla
me confirmas que es vida.
A. Jose Maria Pintos.
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