Como un paisaje remoto,
sin principio ni final,
sin modo de verlo,
sino a través de la ilusión,
donde creamos todo
aquello en lo que creemos,
nacemos para morir
por darle un sentido
a lo que es y pudo ser.
Como una distancia sin días,
donde el sol no deja de nacer
en ventanas campesinas,
en niños corriendo tras el viento.
Como por momentos enteramente míos
el instante de saber
que hoy comienza con mi despertar
y que no termina
al momento de morir.
A. Jose María Pintos.
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