Suele arrinconarme la noche entre tus piernas dormidas. Sábanas blancas de flores envueltas, batik amatista sobre tu lecho en el mío. Suele ser tu nombre en mi boca que pronuncio en silencio, acurrucado en tu seno como Selene en el cielo. Luna que soy, Marte que vierto como cometa rojo que surca tu mar. Y tus labios sonríen callados con sonrisas de primaveras. Busco tu mano en la almohada. Y vuelvo a dormirme abrazado a tu sueño, escondido en tu espejo.
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