Hace poco, entré a un negocio a comprar unas cosas.
Mientras esperaba noté el ingreso de una mujer...adolescente. Muy bien vestida,
con cierto aire altivo, pero a la vez algo demacrada. Signos de mala circulación en su cuerpo joven, ojos vidriosos, dificultad para respirar.
Tras un momento, ingresó al negocio otra mujer, también adolescente, vestida con ropa de gimnasia, de segunda marca y algo descuidada en su aspecto.
La primer mujer la miraba, de arriba abajo, como algo muy desagradable.
Su mirada puso incómoda a la segunda mujer, pero ésta no dijo nada.
Mientras esperaba noté el ingreso de una mujer...adolescente. Muy bien vestida,
con cierto aire altivo, pero a la vez algo demacrada. Signos de mala circulación en su cuerpo joven, ojos vidriosos, dificultad para respirar.
Tras un momento, ingresó al negocio otra mujer, también adolescente, vestida con ropa de gimnasia, de segunda marca y algo descuidada en su aspecto.
La primer mujer la miraba, de arriba abajo, como algo muy desagradable.
Su mirada puso incómoda a la segunda mujer, pero ésta no dijo nada.
Yo simplemente pensaba: "cómo es la vida! Una adolescente con una posición social tan alta, adinerada, seguramente muy bien instruida,...y a la vez tan enferma, tal débil, tan vulnerable. Sobre todo al lado de la otra mujer que lucía una estupenda salud física.
Y me decía...a la hora de enfermarnos, de morir, no hay diferencias.
o tal vez...
SÍ LAS HAY."
Y me decía...a la hora de enfermarnos, de morir, no hay diferencias.
o tal vez...
SÍ LAS HAY."
A. Jose Maria Pintos.
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