Tengo la edad de mis libros
escondidos en la memoria
de mis sueños ancestrales.
Tengo la lluvia de enero
siempre palpitante
en el cuello y el encuentro
de mis manos navegantes.
Tengo pequeños cantos,
diminutos ruegos,
alabanzas y hasta largos miedos,
que anteceden a la onírica entrada
a la luz de mi esperanza.
Y con el pecho lleno de burbujas,
tengo tiempo,
momento, esperanza y juego,
donde la nada abriga mi mañana,
y yo sin esperar encuentro
lo que hace tiempo me busca
y yo sin buscar acepto
porque es mi vida,
porque es mi sueño.
A. Jose Maria Pintos.
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