HE LLEGADO A ESTE MUNDO....
Muchas veces he escrito sin saber lo que escribía hasta que por fin al leerlo me enteraba de su contenido.
Esos estados han ido evolucionando al punto de saber casi por completo lo que voy a escribir o estoy escribiendo. Pero, a la vez, es todo muy fugaz.
Esos estados han ido evolucionando al punto de saber casi por completo lo que voy a escribir o estoy escribiendo. Pero, a la vez, es todo muy fugaz.
De muy chico sentía un bullicio en mi cabeza, como si miles de voces estuvieran hablando entre sí. Creí estar loco, enfermo,... Huía de esos estados, pensando que empeorarían hasta vencer mi cordura y mi lucidez.
Mis edades se encadenaron liberando toda esa energía a través de algo que algo que hago con muchísima naturalidad: Escribir.
Ocho años, diez años, doce años. Mis primeras edades.
Mis edades se encadenaron liberando toda esa energía a través de algo que algo que hago con muchísima naturalidad: Escribir.
Ocho años, diez años, doce años. Mis primeras edades.
El bullicio en mi cabeza era enloquecedor. Tuve miedo de perderme.
Hasta que un día decidí "intentar" escuchar lo que esas voces decían, y se decían entre sí.
Palabras sueltas. Conversaciones en idiomas (?) que no conocía.
Las voces que escuchaba no sólo estaban en mis oídos, en mi cabeza. Muchas veces cuando me encontraba con una canilla abierta, el ruido del agua se convertia en voces, lo mismo el sonido del viento, del fuego en su crepitar.
Donde iba, donde estuviera, siempre se escuchaba ese murmullo.
Hasta que por fin, en mis primeros años, tomé un cuaderno y escribí unas palabras.
Y así otra vez. Una y otra vez.
Las palabras se convirtieron en poemas. Y así nació mi forma de escribir y de canalizar toda esa energía que me había elegido para expresarse a través de mis escritos.
Cuando por fin, me di cuenta que escribiendo ese bullicio menguaba, empecé a hacerlo de manera continua, como "inspirado".
Ahora ya no escucho esas voces.
Ahora, directamente, me llegan mensajes completos. Poemas íntegros. Frases inspiradas.
Tengo que andar con un anotador, aunque nunca lo hago, y eso hace que se pierda (¿?) mucho de todo ese tesoro de letras. Porque para mí es un tesoro.
De manera constante, continua e ininterrumpida...siento cómo brotan a través de mi conciencia todo eso que se traduce en lo que escribo.
Hasta que un día decidí "intentar" escuchar lo que esas voces decían, y se decían entre sí.
Palabras sueltas. Conversaciones en idiomas (?) que no conocía.
Las voces que escuchaba no sólo estaban en mis oídos, en mi cabeza. Muchas veces cuando me encontraba con una canilla abierta, el ruido del agua se convertia en voces, lo mismo el sonido del viento, del fuego en su crepitar.
Donde iba, donde estuviera, siempre se escuchaba ese murmullo.
Hasta que por fin, en mis primeros años, tomé un cuaderno y escribí unas palabras.
Y así otra vez. Una y otra vez.
Las palabras se convirtieron en poemas. Y así nació mi forma de escribir y de canalizar toda esa energía que me había elegido para expresarse a través de mis escritos.
Cuando por fin, me di cuenta que escribiendo ese bullicio menguaba, empecé a hacerlo de manera continua, como "inspirado".
Ahora ya no escucho esas voces.
Ahora, directamente, me llegan mensajes completos. Poemas íntegros. Frases inspiradas.
Tengo que andar con un anotador, aunque nunca lo hago, y eso hace que se pierda (¿?) mucho de todo ese tesoro de letras. Porque para mí es un tesoro.
De manera constante, continua e ininterrumpida...siento cómo brotan a través de mi conciencia todo eso que se traduce en lo que escribo.
Me han tratado de "vidente", de "canalizador", de "médium". No sé si es así. No me interesa "etiquetarme". Me siento "tocado" por el cielo por poder escribir y dar a conocer todo esto que "sé" tiene mucho que decir y hacer saber.
Muchas veces siento como si todos los escritores, todos los científicos, todos los filósofos, todas las personas de todos los tiempos, pasados, presentes y futuros, estén tocándome, haciéndome que con ello yo escriba lo que debió ser continuado, iniciado o terminado.
En verdad muchas veces me siento como que soy lo que escribo. Un viajero del tiempo, un ser de otro mundo. En verdad, no podría decir ni afirmar qué o quién soy, pues...
NUNCA SOY EL MISMO,
Y NADA DE LO QUE ESCRIBO ME PERTENECE,
PUES YO SOLO ESGRIMO LA PLUMA
QUE PULSA Y DIBUJA SOBRE EL PAPEL
EL MENSAJE HECHO VERSO
PARA PODER DARSE A CONOCER.
Y NADA DE LO QUE ESCRIBO ME PERTENECE,
PUES YO SOLO ESGRIMO LA PLUMA
QUE PULSA Y DIBUJA SOBRE EL PAPEL
EL MENSAJE HECHO VERSO
PARA PODER DARSE A CONOCER.
A. Jose Maria Pintos. EL NAVEGANTE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario